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Desarrollo conceptual

La obra La cadena del problema es un conjunto de cinco vídeos que contempla el mal psicológico que puede llegar a provocar un problema que nos supera y que no conseguimos resolver, además de fijarse la manera cómo pedimos ayuda mediante los estados anímicos y los gestos resultantes. Se centra particularmente en tres sentimientos considerados los más importantes en este proceso problemático: la culpa, la rabia y la evasión.

 

Se puede observar un planteamiento triple: tres partes en el vídeo, tres vídeos explicativos y las tres modelos en el vídeo final. Pero no queda sólo en eso. Los sentimientos propuestos y su muestra son muy cercanos a la idea nietzschiana del Ello, el Yo y el Superyó después interpretada por Freud desde un punto más sexual y moral. Si tuviéramos que hacer un paralelismo (con orden invertido), el superyó estaría encerrado en la culpa, limitándose a la moral y siendo totalmente consciente; el Yo corresponderia a la evasión, buscando el máximo placer dentro de la conciencia del mundo real; y el Ello sería próximo a la rabia, inconsciente y que se mueve por pulsiones. Estas caras, todas ellas encarnadas, son una evolución de una restricción interior que el instinto intenta superar cotinuamente.

 

Con imágenes de movimientos salvajes que recuerdan a la primera parte de La Mentira, 1992, de Wim Vandekeybus, las modelos esconden algunas veces la cara detrás del movimiento del pelo y se salen del encuadre. No son ellas lo importante sino aquello que expresan. Los gestos son potentes pero quedan reprimidos en pequeños espacios evitando traspasar el límite animal que necesita el contacto directo con la tierra, el aire, el agua, en fin, toda la naturaleza. Ésta es la carencia y el encierro que el estrés y la rutina nos provocan. Se ve claramente cómo el razonamiento humano nos hace cargar el peso de los problemas sobre nuestra espalda, provocando así heridas al alma y creando una tendencia continua a hundirse anímicamente. Aún así, se demuestra parte de ese instinto animal básico, de violencia y sexualidad que se esconde bajo la autorepresión y la consecuencia que eso conlleva: intentar escapar de esa limitación, de esa caja opresora, de una manera que a veces nos perjudica.

 

Las coreografías improvisadas generadas a partir de gestos comunes son una herencia muy cercana a algunas de las bases de la danza de Merce Cunningham en los años 50 como "cualquier movimiento puede ser material para una danza", cualquier procedimiento es válido como método para componer", "el azar modifica el hábito y permite nuevas combinaciones" o "la danza puede ser acerca de cualquier cosa, pero fundamentalmente es acerca del cuerpo humano y su movimiento, comenzando por el caminar". Estos movimientos, sean abiertos o pequeños, son los que más interesant, son los que permiten leer sobre la persona y, en el caso de los vídeos, son los que nos indican el malestar que provoca un problema o un sentimiento negativo.

 

Y todo esto concuerda con una música que lleva en su interior la resonancia del credo de John Cage, aprovechando los ruídos y apropiándose de todo aquello que se puede escuchar, y sin uso de instrumentos clásicos:

"La pantalla como espacio coreográfico es un lugar de exploración de la danza como sujeto, objeto y metáfora. Un lugar de encuentro para ideas de tiempo, espacio y movimiento. Videodanza es la construcción de una coreografía que solo vive cuando está encarnada en un video, film o tecnologías digitales. Ni la danza ni los medios para manifestarla están al servicio uno de otro, sino que son compañeros o colaboradores en la creación de una forma híbrida."

Tratándose de un trabajo audiovisual, no es solamente primordial el movimiento de las modelos, la música, el montaje o la especifidad del vídeo, sino el conjunto de todos ellos. Llamándolo videodanza, estos vídeos quedan enmarcados en lo que Douglas Rosenberg escribió en su prefacio del escrito Videoespacio: un lugar para la coreografía:

"Donde quiera que estemos, lo que oímos más frecuentemente es ruído. Cuando lo ignoramos, no molesta. Cuando lo escuchamos, lo encontramos fascinante. El sonido de un camión a 50 millas por hora. La estática entre emisoras. La lluvia. Queremos capturar y controlar estos sonidos y usarlos, no como efecto sonoro, sino como instrumentos musicales."

Podemos escuchar sonidos de golpes, de arañazos sobre un plato, de errores de emisión, de gotas de agua, de muelles de una cama, etc. Pero entre todos estos, los sonidos humanos también son presentes. Los latidos de corazón, constantes, rítmicos, nos explican en qué momento de agitación estamos. Nos escuchamos a nosotros mismo, nuestro interior. Además, aparecen voces confundidas, reprimidas o, todo lo contrario, voces que gritan desesperadamente hasta que se quedan sin aire.

Pero este trabajo no queda encerrado en un espacio vídeo. En su elaboración, el espacio de interación de las modelos ha sido importante y queda marcado en la composición de cada plano. Podemos ver escenarios comunes, que vemos cada día y que nos sitúan en un contexto real y capaz de ser reconocido de manera familiar. Nos recuerda dónde vivimos, por lo que pasamos y dónde guardamos nuestros males: en nuestra casa, en nuestra habitación, en nuestra cama. Muy inspirado en la coreografía espacial, performativa e íntima Solo per a habitació d'hotel, 1989, de Àngels Margarit. Nuestros espacios son cada vez más reducidos, cerrados e íntimos, hasta que poco a poco nos vamos metiendo en nuestro propio mundo interior donde podemos llorar, castigarnos, romperlo todo y fantasear con la desaparición de todo aquello que nos molesta y nos hace daño.

 

Si hablamos de aspectos técnicos, éstos han sido desarrollados por diferentes artistas del montaje como Eugeni Bonet o Martin Arnold hace años, pero igualmente se imponen como camino de aprendizaje. Aquí no se emplea un discurso crítico a los medios audiovisuales o al propio montaje pero más enfocado a la crítica de los problemas que aparecen en una sociedad estresada e inmersa en una rutna que es difícil de romper. Las bases técnicas y las sensaciones visuales son comunes en los dos discursos: aceleraciones, desorden de fotogramas, repeticiones, etc.

 

El juego de imágenes rápidas, superpuestas y entrelazadas de dos escenas (al estilo de Gravity, 2007, de Nicolas Provost) puede llegar a desconcertar. También el hecho de que ean vídeos tan cortos e intensos. Pero, por lo contrario, se busca cierta empatía y comprensón por parte del espectador. Es por eso que a modo de conclusión, el último vídeo calma las alteraciones, coge aire y comienza a normalizar la respiración. Se busca el pensamiento lógico y la visión objetiva que nos permite analizar la situación y buscar la mejor solución.

 

Toda la instalación busca la reflexión sobre la propia persona, de lo que sufrimos y de cómo resolvemos este sentimiento negativo. Podróamos decir que esta visión es una buena introducción para desarrollar un trabajo de investigacion artisticopsicológica o una concienciación social en según qué aspectos mediáticos, creando un gran proyecto de contemplación y reflexión comunitaria.

Eva Campos Suárez

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